Una obra audaz: La balada de Jimmy Rosa


Elmer Menjívar


La letra de la balada

La balada de Jimmy Rosa, escrita por Jorge Ávalos y dirigida por César Pineda, es una pieza interesante en la escena nacional, cuyo texto incursiona con cierta audacia en un formato narrativo con el que la televisión nos ha familiarizado. Hablo de esa narrativa que vemos a diario en series que mezclan exitosamente varios géneros, poniendo y quitando a cada uno, en función de mantener el interés del público.

Ávalos, a mi juicio, sigue esta línea, y basa su texto en dos pilares genéricos que tienen su origen en la literatura, pero que se han consagrado ante el gran público en un medio más inmediato: el cine policiaco y el thriller, quitándole al primero el protagonismo policial y al segundo el terror. Conserva el planteamiento de la trama y los recursos literarios, los cuales adereza con el ingrediente más identitario, eso que yo me atrevo a llamar “suspenso forense”, que implica el manejo en el guión de una serie de tecnicismos judiciales y deducciones racionales que a posteriori explican el hecho principal, dando giros impactantes al desarrollo de la historia que mantienen involucrado al espectador. También hay componentes que casi nunca faltan frente al público salvadoreño: el humor (voluntario o involuntario), la caricatura idiosincrásica y el melodrama.

Lo que tenemos en el centro de esta historia es un crimen y una hipótesis (acusación), una amenaza, víctimas débiles, un enemigo poderoso, una heroína en desarrollo y unos entrañables coadyudantes que aportan la simpatía y la empatía. Todo descansa en la fortaleza de los representativos personajes femeninos. Vale decir que el contexto elegido por Ávalos para desarrollar la historia es una ciudad de Nueva York a la que tenemos solo acceso alegórico precisamente por las referencias del cine y la televisión, pero no por lo que se deja ver en el escenario.

El buen manejo de la dramaturgia hace posible que seamos testigos de una historia compleja con un solo decorado y resolviendo con efectivas alegorías y evocaciones los otros espacios narrativos. Otra característica a destacar es el desarrollo de la historia en tiempo real, es decir, los hechos llevan una sucesión lineal y se van resolviendo durante la hora con 20 minutos que dura la obra...

Aquí diré que los diálogos son en su mayoría muy buenos, ágiles, entretenidos o dramáticos, según la necesidad... Lo que merece mención es el procesamiento de la información de la que se vale el guión para ser veraz. Los tecnicismos judiciales y policiales se vuelcan efectivamente en el guión, y discurren sin estorbar en la fluidez y aportando lógica y claridad a los hechos que se van describiendo.


El montaje y el elenco

La puesta en escena, a cargo de César Pineda, ha logrado el cometido del espectáculo teatral: entretiene, involucra e impacta. Lo bueno es que lo hace con sencillez y franqueza, con escenografía realista y en un espacio escénico bien medido con tres planos dispuestos para totalizar el ambiente; apenas un par de efectos de iluminación han sido suficientes para resolver la dinámica emocional. El uso de la música incidental tiene un efecto ambiguo. Yo supondría que fue usado con serias intenciones dramáticas, sin embargo, causan risa porque se interpretan como una parodia de las telenovelas mexicanas de Televisa. El resultado, voluntario o no, es efectivo con el público, que siempre agradece un motivo para reír...

Pineda hace una literal interpretación del tiempo escénico que propone el texto, aunque puede suponerse que por ser el primer montaje de esta obra pueda haber una especie de coautoría entre escritor y director para esta puesta en escena. La acción fluye agradablemente y el silencio es bien administrado, el suspenso se consigue y aunque el desenlace no es tan sorpresivo, resulta entretenido el transcurso...

Ahora bien, la dirección de los actores es un aspecto que puede coronar la calidad de un montaje... Patricia Rodríguez, como la fiscal/defensora, carga con mucho del peso de la obra, tiene cualidades y presencia escénica... su voz... es agradable, potente y con buena dicción... Karen Castillo, como la víctima... cuenta con una muy buena presencia escénica, voz, buena dicción y una caracterización que le da fuerza a su personaje... esa humilde joven migueleña obligada a la prostitución en la gran ciudad de Nueva York, que además es una madre que ha perdido a su hijo y, por si fuera poco, enfrenta la acusación del homicidio del menor y la posibilidad de la pena de muerte.

Alejandra Nolasco ha demostrado su gran talento cuando tiene un personaje y un director que la hacen brillar. Alexander Córdova, como el fiscal general (o algo así), tiene un interpretación rígida y acartonada... Fernando Rodríguez como el joven e incauto policía, aspirante a héroe, aporta una actuación tan natural que parece que le será fácil crecer en las tablas si encuentra las posibilidades. Un caso similar es el de Giovanni Alvarado, que como pandillero salvadoreño, convicto y testigo, por unos minutos ofrece una actuación fresca y suficiente para lo que podemos exigir al personaje.

Estamos ante una propuesta teatral que concilia mucho del gusto de nuestro público, y no dudo que funcione en taquilla...


Menjívar, Elmer. Fragmentos de "Afines y desafines de una balada", El Faro, 18 de septiembre de 2009.