A los que hablan con negatividad de nuestra cultura

Carlos Velis


Si algo se puede decir de Álvaro Menén Desleal es que era un escritor profesional: vivía de la escritura, como proyecto de vida, con los riesgos de pobreza que eso implica, cosa que en este país, muy pocos lo pueden decir. En sus últimos años, cuando vino a radicarse al país, mantuve una buena amistad con él, por supuesto, salvando las distancias de la edad, pero con mucha historia en común. Sé que renegó de muchos desplantes que hizo en su vida, a gente que no lo merecía.

Con relación a la Luz negra, es una obra con gran influencia de Samuel Becket, pero no es un plagio. Eso lo puedo asegurar, que me sé de memoria ambos autores. Yo me quedaría con las palabras de Miguel Ángel Asturias, que la llama un “absurdo tropical”, por tanto más exhuberante y rico que los textos de Becket. Hasta ahora, sigue siendo la obra dramática más importante de El Salvador, que aún se puede ver en algún montaje en cualquier lugar alrededor de la tierra, como Inglaterra, Japón, etc. Es cierto lo que dicen algunos comentaristas, que Luz negra no tiene una idea clara, un “superobjetivo” claro, como le llamamos en el teatro; es un texto despelotado y caótico, pero ese es su valor, precisamente. Al final de cuentas, despierta polémica, lo que ya de por sí es valioso. Pero su gran contenido es sobre el respeto a la vida, la tolerancia entre las diferentes ideologías y cómo las dimensiones de la realidad cambian después de la muerte. Es, verdaderamente, lo mejor que saliera de la pluma de Álvaro.

A los que hablan con negatividad sobre nuestra vida cultural... les recomiendo que lean más lo nuestro, que vayan al teatro y a los eventos culturales, porque ahora hay más que nunca, a pesar de las dificultades que afrontamos los hacedores de cultura, como la exclusión social a que nos ha condenado el régimen arenero (y los anteriores, desde Martínez) y que las consecuencias van a durar muchos años, o sea, mientras exista el monopolio mediático. Esa es una injusticia que tienen que reivindicar los futuros gobiernos.

Cada año, nuestros escritores ganan premios internacionales en América y Europa; Quetzaltenango, practicamente es dominio de los salvadoreños. En poesía, se puede mencionar a Mario Noel Rodríguez, Carmen González Huguet, Jorge Galán, Otoniel Guevara; en cuento, a Claudia Hernández, Rafael Francisco Góchez, Lito Montalvo, Luis Salazar Retana; en dramaturgia, a Carlos Velis, Jorgelina Cerritos, Jorge Ávalos; en novela, a Berne Ayalá, Horacio Castellanos Moya, David Hernández, Mario Bencastro, entre otros muchos; también tenemos a escritores que ejercen con igual maestría cualquiera de estos géneros, como David Escobar Galindo, Ricardo Lindo (que, por cierto, fue el que le dio un manuscrito a Álvaro y éste lo publicó con su nombre), José Luis Valle; y no quiero olvidar a los ensayistas, como Geovani Galeas, Astrid Bahamond, Rafael Rodríguez, Rafael Lara Martínez, Carlos Cañas Dinarte, etc., etc., etc...

A los que ven de manera derrotista la descomposición de los jóvenes, les invito a que se acerquen a ellos, van a ver que no todos son descompuestos; al contrario, la esperanza se mantiene.

Por fin, me gustaría que se reconsiderara el nombre “Roque Dalton” que ostenta el teatro Municipal de Cámara, por el de Edmundo Barbero, ya que san Roque, por mucho que se le venere, no ejerció el género dramático. Su única incursión al teatro fue en la superproducción de los sesenta, Edipo Rey, con el Teatro Universitario, dirigida por Jean Moreau y no hay muy buenas referencias de su disciplina escénica.


Velis, Carlos. “A los que hablan con negatividad de nuestra cultura”, Conversaciones con Neto Rivas, 30 de agosto de 2009.