Indexados en la historia y en la poesía



A pesar de este esfuerzo de generalizar o encasillar determinadas promociones mediante estos rasgos característicos, es imposible no referirse a una excepción a la regla que ha sido permanente dentro de la historiografía poética de El Salvador. Nos referimos a aquellos poetas que se salen de las estructuras conocidas en el momento que les tocó vivir y escribir, cuyas obras tienen rasgos diferentes a los de sus contemporáneos, tanto en su forma como en su fondo. La profundización del estudio de estos poetas es una tarea pendiente...

Comentario de Alfonso Fajardo sobre el libro de Vladimir Amaya: «Segundo índice antológico de la poesía salvadoreña», en el que aparece incluido el poeta y escritor Jorge Ávalos.

Por Alfonso Fajardo *

San Salvador.- El Índice antológico de la poesía salvadoreña (1982), de David Escobar Galindo, constituye uno de los documentos más importantes para acercarse y conocer la historiografía de la poesía salvadoreña desde el siglo XIX hasta el año 1982. Después de 32 años de esa antología, nace el Segundo índice antológico de la poesía salvadoreña (coedición de Índole Editores y Editorial Kalina), una publicación que ya era necesaria en virtud de las numerosas antologías sectoriales, generacionales, promocionales, personales y de compadrazgo, donde se suelen encontrar muchos poetas, pero poca poesía.

Ante todo, se debe dejar en claro que la selección de este Segundo índice antológico de la poesía salvadoreña, de aquí en adelante únicamente llamado Segundo índice, no pudo estar en mejores manos que en las del joven poeta Vladimir Amaya, un poeta de la nueva generación que, a diferencia de muchos de sus contemporáneos, conoce la tradición literaria de El Salvador. Varias veces he escuchado de poetas amigos las historias de haberse encontrado con este joven poeta en librerías de segunda y tercera mano, buscando poesía salvadoreña para su lectura y para la elaboración de esta antología. El autor mismo lo señala en el prólogo: su primer acercamiento a la obra de los poetas antologados fue por medio de compras de libros de primera y segunda mano y de visitas a recitales. Es decir, estamos frente a un antólogo que se toma su trabajo en serio y que antes de recibir recomendaciones de terceros, o de incluir directamente a las amistades, va directamente a la fuente, que son los libros y la obra de los poetas.

Conocer la historiografía de la poesía salvadoreña no es necesario para escribir poesía, pero si un poeta pretende hablar con autoridad sobre temas de poesía salvadoreña, lo mínimo que se debe exigir a sí mismo es el conocimiento de la historia básica de la poética de El Salvador, es por ello que estoy seguro que este Segundo índice no pudo estar en mejores manos, pues a pesar de la juventud de este poeta, ya ha demostrado, por medio de otras antologías, su dedicación al estudio y la sistematización de la poesía salvadoreña. Ahora bien, lo anterior no significa que el Segundo índice sea perfecto, pues a mi criterio tiene ciertos errores que, sin embargo, no demeritan el monumental esfuerzo y tampoco disminuyen el profesionalismo con que se hizo la selección y la edición en general. Ante todo, se debe celebrar el nacimiento de este libro que arrojará luces sobre el pasado e indicará el horizonte en el futuro.

Notas

El prólogo, las palabras liminares, introductorias o aclaratorias, suelen ser claves en una antología, pues en ellas se determinan los criterios de selección, se define la forma en que se seleccionaron los textos, y se reseña el período o los períodos temporales de toda la selección. En esta oportunidad, cabe señalar que a pesar que la portada de libro menciona un prólogo, en su interior en realidad lo que hay son dos grandes apartados: una «nota aclaratoria» y una «nota preliminar». En todo caso, estas dos notas ejercen la función de prólogo al libro, pues develan las claves de selección y otras interioridades de construcción del Segundo índice. Ambas notas, escritas por Vladimir Amaya, satisfacen el deseo por conocer cómo se seleccionaron los autores incluidos en el libro, pues delimita claramente cuáles fueron los criterios. Este punto es importante, pues ha habido antologías recientes, como la de Visor, que no han logrado explicar por qué se incluyeron a los poetas antologados y por qué quedaron fuera otros nombres. Para lo anterior no es necesario mencionar los nombres de los poetas incluidos y de los poetas ausentes, pero lo mínimo que se le debe exigir a un antólogo, es que explique cuáles han sido los parámetros, factores o criterios de selección, pues de esa forma el crítico literario, el estudioso de la literatura o el lector, tienen la oportunidad de valorar o criticar las inclusiones y exclusiones a partir de los parámetros mencionados. Así, Amaya menciona en total ocho criterios de selección para la edificación del Segundo índice. Entre criterios sumamente cuantificables y objetivos como estar dentro de los límites cronológicos (1955 y 1987), pasando por criterios medianamente objetivos como el hecho de tener una «trayectoria y reconocimiento válidos tanto a nivel nacional como internacional» hasta llegar a criterios que se acercan a la subjetividad como la «evidente calidad literaria» y la «claridad en su propuesta poética, variada, interesante y válida en términos literarios». En todo caso, lo importante es que el antólogo ha delimitado claramente cuáles son los criterios de selección que ha utilizado para escoger a los autores. Discusión aparte es si los autores incluidos realmente llenan esos ocho puntos para lograr ser seleccionados, pues en este apartado pueden existir muchas discrepancias, sobre todo cuando se trata de criterios subjetivos, que prácticamente constituyen un eje transversal no sólo en la literatura sino en el arte en general. Sin embargo, lo cierto es que por muy subjetivos que sean los criterios de selección, la objetividad es usualmente otorgada por el estudioso, por el académico de la literatura y, por qué no decirlo, por el mejor crítico literario que existe: el tiempo.

A pesar de que los criterios de selección son claros, Amaya admite que dentro de la selección existe un componente subjetivo muy propio del seleccionador, que en todo caso está sujeto al marco de referencia que el espacio-tiempo le ha pre configurado. Es decir, no se trata de una subjetividad absoluta sino más bien restringida. No obstante, es obvio que esta afirmación se debe basar claramente gracias al estudio de la poesía incluida dentro de la obra. En este punto, cabe destacar que Amaya, con toda razón, critica en la «Nota preliminar» a José Roberto Cea como responsable del libro Antología general de la poesía en El Salvador, por haber cometido más de algún «antojo» proveniente de la más vana subjetividad. Esta crítica, si bien totalmente válida, puede en determinado momento volverse en contra, pues esos «antojos» se descubren con cierta facilidad a la vuelta de los años.

Por otra parte, al ser una continuación del Índice de Escobar Galindo, Amaya recoge la misma sistematización que se realizó entonces, en el sentido que la antología es un «registro que da el tiempo y la historia en el transcurso natural de la vida». Esta repetición de la sistematización es un acierto pues la idea de una continuidad del Segundo índice se hubiese desnaturalizado fácilmente si Amaya hubiere escogido otra forma de vaciado del contenido. Por ejemplo, cuando Vladimir Amaya se refiere al número de poemas por cada autor, explica que este criterio también se encuentra en armonía con el Primer índice, en el sentido de que ello depende de las poéticas de cada autor, las cuales pueden ser más «visibles» y «desarrolladas» que otras. En este punto, es importante recoger lo que el antólogo establece en cuanto a las propuestas poéticas seleccionadas, pues a pesar de la apertura y de lo inclusivo de un libro como éste, las propuestas poéticas seleccionadas las entiende alejadas del facilismo y de lo superficial, citamos literalmente: «Cabe aclarar, aun siendo amplios esos niveles de apertura que se aplican a este índice, que se ha tenido el cuidado, así como lo tuvo su “hermano mayor”, de evitar aquellas propuestas inauténticas, superficiales y fáciles que siempre han gravitado junto al verdadero quehacer literario». Esta reflexión explica, en gran parte, el por qué algunos nombres no se encuentran incluidos dentro de este registro; sin embargo, quizá hubo que especificar aún más, para beneficio del lector, en qué consisten esos conceptos indeterminados como lo «inauténtico», lo «superficial» y el «facilismo». Para quienes llevan muchos años ejerciendo con depuración el arte poético, estos conceptos son claros y sabrán perfectamente a lo que Amaya se refiere, sin embargo, el futuro lector de esta obra se preguntará sobre la sustancia que subyace en el fondo de esos conceptos.

Vladimir Amaya, en la «Nota preliminar», hace un breve recorrido por la tradición poética de las décadas que van desde los setenta hasta la primer década del nuevo siglo. En términos generales, es un recorrido que refleja las principales características de cada «generación» o «promoción» de poetas en sus respectivas décadas. A mi parecer, una característica esencial del desarrollo de la poesía salvadoreña en las últimas décadas es la uniformidad del discurso y de las temáticas, sobre todo en las décadas de los setenta y ochenta. Pero también en las décadas posteriores se observa cierta uniformidad que parte de las ansias de ruptura con el pasado inmediato, pero que inexorablemente vuelve uniforme ese nuevo discurso. Así, se señala que en los setenta y ochenta las propuestas oscilaban entre la antipoesía y lo conversacional. Se señala, también, que en los noventa una veta neo existencial, rica en propuestas temáticas, era lo que predominaba, y que en la primer década del nuevo siglo el escepticismo como referencia temática, y las ambiciones estilísticas como estándar de calidad, han sido el común denominador. A pesar de este esfuerzo de generalizar o encasillar determinadas promociones mediante estos rasgos característicos, es imposible no referirse a una excepción a la regla que ha sido permanente dentro de la historiografía poética de El Salvador. Nos referimos a aquellos poetas que se salen de las estructuras conocidas en el momento que les tocó vivir y escribir, cuyas obras tienen rasgos diferentes a los de sus contemporáneos, tanto en su forma como en su fondo. La profundización del estudio de estos poetas es una tarea pendiente, pero es importante señalar esta excepción a la regla frente a este recorrido que hace el antólogo, un recorrido sumamente necesario frente a la avalancha de autores, temáticas, discursos y propuestas que refleja el Segundo índice.

Poesía y autores

En cuanto al contenido poético del Segundo índice se refiere, hay ciertas cuestiones que son de destacar. Entre los primeros poetas del libro se encuentran Mario Noel Rodríguez y André Cruchaga, dos poetas ausentes de la antología La poesía del siglo XX en El Salvador (Visor Libros, 2012), una antología que pretendió resumir cien años de poesía, pero que fracasó en su intento debido, precisamente, a que no refleja criterios de selección y dejó fuera algunos poetas con igual o mayor trayectoria que algunos de los antologados.

Por otra parte, es interesante ver cómo el breve recorrido de las décadas que hace Amaya, en ocasiones no corresponde con la poesía publicada, pero ello no es una falencia sino una consecuencia, pues debido a que se trata de un «índice», pero que también se trata de una antología, era obvio que tanto seleccionador como autores desearan publicar lo mejor de cada obra, sin importar que esa obra corresponda o no a la década en que ese poeta surgió en el ambiente literario. Sin embargo, en la mayor parte del libro se siente ese vaivén que ha tenido la poesía salvadoreña en las últimas cuatro décadas y que Amaya narra, por lo que el lector podrá, la mayoría de las veces, constatar que lo que él narra es precisamente lo que sucedió en la poesía en estas décadas.

Es realmente interesante cómo la poesía salvadoreña ha venido cambiando desde los años setenta. Recordemos que el Segundo índice inicia justo donde el Primero se quedó, seleccionando a todos aquellos poetas que nacieron después de 1955, de manera tal que los primeros poetas seleccionados en el de Amaya se dieron a conocer dentro de la década de los setenta, cuyas características se encuentran de manera más palpable en el libro de época: La margarita emocionante. En los autores de los ochenta también se siente esa misma fuerza expresiva de la temática de la guerra que ya reflejó, en su momento, la antología Piedras en el huracán. Mientras que en los autores de la década de los noventa se empieza a vislumbrar un cambio de temáticas hacia un discurso más intimista, existencial y citadino. Los autores de la primer década del nuevo siglo, por su parte, profundizan en temáticas más intimistas, buscando cierta perfección estilística en el lenguaje. Un verdadero prisma de estilos, temáticas y propuestas es este Segundo índice. Desde la perfección de la métrica de Carmen González Huguet, pasando por la poesía de sombras de David Morales o la abundante metáfora de Otoniel Guevara, hasta llegar a la lírica de Carlos Clará y Osvaldo Hernández, o la lucidez desgarrada de Krisma Mancía.

Finalmente, resulta imposible no referirse a las posibles ausencias, y es que los criterios de selección señalados dan pie para recordar algunos poetas que de acuerdo a mi criterio –que nunca dejará de tener cierta subjetividad- cumplen con uno o varios de los criterios que señaló Amaya. Nombres como Wilfredo López, Enrique Sorto Campbell, Edgar Alfaro, Noé Lima, Pablo Benítez, Edenilson Rivera, Lauri García Dueñas y Luis Borja, creo que cumplen con uno o varios de los criterios de selección como para haber sido antologados. Estos poetas tienen similares, iguales o más credenciales que algunos de los poetas seleccionados. Estas, y otras ausencias que se pudieran mencionar, sin embargo, no afectan la voz colectiva, la calidad literaria ni la muestra general del libro. En términos generales, el Segundo índice cumple con su función de ser un registro de la poesía salvadoreña de los últimos treinta años, y ese es mérito de su seleccionador.


(*) Escritor, abogado, columnista de contrACultura.

Fuente
Fajardo, Alfonso. Indexados en la historia y en la poesía. ContraCultura, San Salvador, lunes 24 de noviembre de 2014.

Presentan compilación de poesía salvadoreña


La obra contiene textos de 74 poetas salvadoreños, convirtiéndose de esta forma en una muestra, para los lectores, del escenario que vive la poesía nacional en la actualidad.

Redacción El Diario de Hoy

Hoy, a las 4:00 de la tarde, se presentará en el Palacio Tecleño el libro Segundo índice antológico de la poesía salvadoreña, compilado por el escritor salvadoreño Vladimir Amaya.

La obra contiene textos de 74 poetas salvadoreños, convirtiéndose de esta forma en una muestra, para los lectores, del escenario que vive la poesía nacional en la actualidad.

Entre los autores cuya poesía se incluye en el Segundo Índice están: Mario Noel Rodríguez, Carmen González Huguet, Carlos Santos, Jorge Ávalos, Silvia Elena Regalado y Jorge Galán.

Amaya expresó que la calidad literaria, trayectoria de los escritores y rescate de figuras literarias, fueron criterios para escoger los textos.

En 1982 David Escobar Galindo realizó un esfuerzo similar y desde entonces no ha existido otra antología general de la poesía salvadoreña. El libro que hoy se presenta es la continuidad del trabajo de Escobar Galindo, explicaron los organizadores de la actividad.

El libro es una coedición de Índole Editores y Editorial Kalina, que han sido apoyadas por la Fundación Claribel Alegría.

Carlos Clará , editor de Índole Editores, dijo que la iniciativa tomó más de seis años.


Presentan compilación de poesía salvadoreña. El Diario de Hoy, San Salvador, sábado 22 de noviembre de 2014.

Presentan antología de la poesía salvadoreña actual



El Segundo Índice de Antológico de la Poesía Salvadoreña pone al alcance del estudiante en general y del académico uno de los panoramas más completos y actuales de la poesía salvadoreña en las últimas décadas

Por Róger Lindo

Este sábado será presentado en el Palacio Tecleño el Segundo índice antológico de la poesía salvadoreña, una selección de 73 autores a cargo de Vladimir Amaya, que abarca 30 años de producción poética en El Salvador: entre 1980 y los inicios del siglo XXI.

“Este es un proyecto único. No es una actualización, sino una continuación del trabajo de David Escobar Galindo en el 82” dijo Carlos Clará, el director de Índole en una entrevista telefónica. Destacó además el carácter “híbrido” de la obra: bibliografía y selección poética al mismo tiempo.

Amaya explicó que el volumen que será presentado este sábado “pone al alcance del estudiante en general y del académico uno de los panoramas más completos y actuales de la poesía salvadoreña en las últimas décadas. Para que ya no se siga creyendo en las escuelas que algunos de nuestros poetas vivos y en actividad son Roque Dalton, Alfredo Espino y Claudia Lars. Al tener este nuevo índice podrán conocer a los autores contemporáneos”.

Entre los poeta incluidos se encuentran: Mario Noel Rodríguez, Carlos Santos, René Rodas, Carmen González Huguet, Otoniel Guevara, Jorge Ávalos, David Morales, Alfonso Fajardo, Jorge Galán, William Alfaro, Vladimir Amaya, Rebeca Henríquez y Miroslava Rosales, entre muchos más.

Hace dos años, Amaya publicó Perdidos y delirantes: 36 poetas salvadoreños y 34 olvidados (Zeugma Editores), en la que figuraban olvidados como Francisco Herrera Velado, Carlos Bustamante, Lilian Serpas, Julio Enrique Ávila, Orlando Fresedo, Liliam Jiménez y César Ulises Masis.

Esta voluminosa antología (525 páginas) es el producto de una esfuerzo de colaboración entre Índole Editores y Kalina Editores. El tiraje consta de tres mil ejemplares y el costo del libro será de 20 dólares.

“Dentro de períodos de posguerra o posrepresión, pero a diferencia de la generación anterior, el imaginario de los poetas contemporáneos es más intimista, neoexistencialista o reflexivo de una infancia y adolescencia que se gestó en exilios, conspiraciones, diásporas, abandonos y ciudades sitiadas...”

Tanto Kalina como Índole, subrayó Clará, “son editoriales privadas, independientes, con un proyecto que nació en el seno de la Universidad de El Salvador. Fue un trabajo de seis años”. La alianza con Kalina, recalca, “es una alianza natural”. Esta editorial presentó recientemente Teatro bajo mi piel, una antología de poesía español-inglés que presenta a poetas de la diáspora.

El Segundo Índice es el quinto título que lanza la empresa de Clará este año, frente a 15 el año pasado. Esta caída se explica por la decisión de dar prioridad a cuestiones como el cambio de diseño y la comercialización de libros, y por esa razón no todos los libros producidos en 2014 han sido presentados oficialmente. Tres que ya se encuentran impresos no serán lanzados hasta el primer trimestre de 2015.

“Mover los materiales es el talón de Aquiles de la incipiente industria nacional”, comenta Clará respecto a los esfuerzos para expandir mercados.


Lindo, Roger. Presentan Segundo Índice Antológico de la Poesía Salvadoreña. Contrapunto. San Salvador, viernes 21 de noviembre de 2014.

Segundo Índice Antológico - Lanzamiento



Invitación y comunicado de prensa del Segundo Índice Antológico de la Poesía Salvadoreña, el cual incluye una ficha biobibliográfica y una muestra poética de Jorge Ávalos.


1. Invitación


UN LIBRO HISTÓRICO

Más de setenta poetas, más de tres décadas de poesía en El Salvador.

Índole Editores, Editorial Kalina y la Fundación Claribel Alegría, lo invitan al lanzamiento del «Segundo índice antológico de la poesía salvadoreña» de Vladimir Amaya (selección, prólogo y notas). Ejemplares estarán disponibles desde el día del lanzamiento.

Lugar

PALACIO TECLEÑO DE LA CULTURA Y LAS ARTES
1 Calle Poniente 2º Av. Sur, Santa Tecla



Día y hora
Sábado 22 de noviembre de 2014, 4:00 p.m. 


ENTRADA LIBRE





2. Comunicado de prensa


Sobre el Segundo Índice Antológico de la Poesía Salvadoreña

Desde que se publicó en 1982 el «Índice antológico de la poesía salvadoreña» de David Escobar Galindo, un libro clásico en nuestra literatura, no había existido una propuesta similar, en tres décadas, para continuar esa línea cronológica. El «Segundo índice antológico de la poesía salvadoreña», trabajo de Vladimir Amaya, se ha preparado para dar paso a las continuidades, a los relevos naturales dentro de la poesía nacional. Parte exactamente donde el primer «Índice antológico» se detuvo y culmina con los poetas jóvenes más destacados en la actualidad.

El «Segundo índice», mosaico histórico y lírico que reúne a más de setenta poetas, es un esfuerzo que pone al alcance del estudiante en general y del académico, uno de los panoramas más completos y actuales de la poesía salvadoreña en las últimas décadas. Poesía de los años setenta, ochenta, noventa, poesía de la diáspora y poesía de la primera década del siglo XXI, son los momentos específicos que abarca esta compilación. Bajo las particularidades de un «índice antológico» como libro compilatorio, el de Amaya resulta un espacio efectivo para partir a nuevos encuentros y premisas concernientes a la poesía nacional, porque más allá de ser un libro de consulta necesario es también el testimonio de la superviviencia de la palabra de mujeres y hombres que han aunado sus voces y pensamientos a lo largo de estos años, en una sociedad cada vez más individualista e insensible. 

Sobre el editor

Vladimir Amaya (El Salvador, 1985). Licenciado en Letras, graduado de la Universidad de El Salvador. Fue miembro fundador del extinto Taller Literario «El Perro Muerto». Ha publicado los poemarios: «Los ángeles anémicos» (Editorial EquiZZero, 2010), «Agua inhóspita» (Colección Revuelta, volumen II, 2010), «La ceremonia de estar solo» (Leyes de Fuga Ediciones, 2013), «El entierro de todas las novias» (Editorial Universitaria, 2013) y «Tufo» (2014). Además ha publicado las antologías: «Una madrugada del siglo XXI» (2010) y «Perdidos y delirantes: 36-34 poetas salvadoreños olvidados» (Zeugma Editores, 2012). Sus poemas y ensayos han aparecido en revistas, periódicos y publicaciones electrónicas. Amaya ha sido incluido en las antologías «Las otras voces» (Dirección de Publicaciones e Impresos, 2011), «Las perlas de la mañana siguiente» (Ediciones Caró, 2012), «Apresurada cicatriz. Instantáneas de poesía centroamericana» (Editorial Literal, México, 2013) y en «Teatro bajo mi piel» (edición bilingüe inglés-español, Editorial Kalina, 2014). En mayo de 2013, la Secretaría de Cultura de El Salvador lo declaró Gran Maestre de la rama poesía, al haber obtenido tres primeros lugares en los Juegos Florales nacionales. Se dedica a la docencia, a la investigación literaria e imparte talleres de escritura creativa.

Equipo de producción

Coordinación editorial: Susana Reyes
Consejo editorial: Susana Reyes, Carlos Clará, Alexandra Lytton Regalado y Lucía De Sola
Diseño de carátula: Carlos Clará
Diagramación: Santiago Arnulfo Pérez

Ficha

Título: Segundo Índice Antológico de la Poesía Salvadoreña
Editorial: Índole Editores/Editorial Kalina
Lugar y fecha de publicación: San Salvador, 2014
Páginas: 526 pp.
ISBN: 978-99923-51-25-3


Autores incluidos en el libro

Roberto Salomón sobre Jorge Ávalos


Jorge Avalos es hoy uno de los mejores dramaturgos latinoamericanos.

Roberto Salomón, el director artístico del Teatro Luis Poma, y uno de los artistas de la escena más prolíficos en la historia de El Salvador, recibió este año el Premio Nacional de Cultura por una trayectoria de 50 años como creador de instituciones y tradiciones teatrales en el país. En ese marco, el periódico digital salvadoreño El Faro le realizó esta entrevista, en la que Salomón hizo un comentario positivo sobre la obra del escritor Jorge Ávalos como dramaturgo. Pero debido a una confusión generada por el uso que el periódico hizo de la palabra decepción, Salomón escribió una aclaración a la entrevista en la que despejó malentendidos y reafirmó una vez más lo que cree acerca de la dramaturgia de Ávalos. A continuación cito sus comentarios, en los párrafos en los que fueron incluidos para dar contexto. Concluyo con una cita proveniente del drama de Ávalos Ángel de la Guarda, que usó Salomón en su discurso de recepción del Premio Nacional de Cultura, y que también fue publicado en El Faro.


1. Entrevista en El Faro

12 de octubre de 2014

El Teatro Luis Poma entrega los premios Ovación. De todos los ganadores que han pasado por aquí, ¿hubo alguno que lo haya decepcionado?
¡Claro que sí! ¡Todos! Jorge Ávalos escribió una obra estupenda que no se ha seguido presentando. Esa es la decepción. En Eunice Payés la fusión entre teatro y danza no se dio, pero ella creció a raíz de ese espectáculo e hizo uno de los mejores trabajos que he visto en los últimos 10 años: Anafilaxis. Para mí todo esto es la prueba de que el Premio Ovación sirve para más tarde en el desarrollo de la vida del artista. El espectáculo de Alejandra Nolasco no fue la gran cosa, pero yo creo que ahí Alejandra se equivocó con el director que escogió (Enrique Valencia). Hay una cosa que es muy importante para mí y es que yo no solo presento cosas que me gustan. Hay teatro de cierta gente que no me gusta. Hay ciertas obras que no me gustan, pero yo estoy aquí [en el Teatro Poma] para defender el derecho de cada uno con lo que quiera hacer. A mí me encanta la dramaturgia de Jorge Ávalos y de Jorgelina Cerritos, pero tengo menos sensibilidad a la escritura de Enrique Valencia y Santiago Nogales, pero igual, los presento acá.

Roberto Salomón, Premio Nacional de Cultura 2014:
María Luz Nóchez y Tomás Andreu, El Faro, publicado el 12 de octubre de 2014


2. Aclaración de Roberto Salomón

21 de octubre de 2014

Siento que la frase "¡Todos me han decepcionado!", citada dos veces, no refleja mi verdadero pensar. En relación a nuestro país, soy un eterno optimista, creo mucho en el trabajo que muchos jóvenes, a pesar del marasmo del ambiente, están realizando por su cuenta en muchísimas áreas. Esa frase, fuera del contexto en que la dije, es algo que definitivamente no se puede aplicar ni a mí ni a mi trabajo ni a mis actitudes, ni a mi política.

Con relación al Premio Ovación, otorgado cada año por Fundación Poma a un proyecto por desarrollarse, mantengo que su importancia radica en el formidable desarrollo posterior de los ganadores y no solamente en el resultado del proyecto ganador. La manera como aparece formulada la pregunta en la entrevista puede dar a suponer que es el premio lo que me decepciona, y no es así. No me decepcionan ni el premio, ni los ganadores. Jorge Avalos es hoy uno de los mejores dramaturgos latinoamericanos; Eunice Payés, una directora de teatro capaz de grandes logros; Alejandra Nolasco está ganando premios literarios en el área centroamericana; Catalina del Cid ha pasado de ser, no solo un artista visual sino también una conceptora de proyectos teatrales. Todo esto quizá no sucedería sin el Premio Ovación.

Podré estar triste, colérico, furioso e indignado por el trato de la sociedad hacia el artista, por la falta de visión y voluntad política del Estado, eso sí; pero, decepcionado, ¡jamás!

Roberto Salomón, El Faro, publicado el 21 de octubre de 2014


3. Discurso de Roberto Salomón

5 de noviembre de 2014

No podemos seguir concibiendo la educación artística como una materia opcional del currículo. Es de importancia capital que la educación estética y artística se instituyan desde parvularia, luego en primaria y a través de todo el bachillerato. La enseñanza artística no pretende formar artistas, pero sí forjar ciudadanos que, en cualquier profesión que desempeñen sean más creativos, imaginativos, inteligentes, sensibles, éticos y solidarios.

Nuestro dramaturgo Jorge Ávalos escribe en su obra teatral “Ángel de la Guarda”: “Hubo un tiempo cuando creer era una disposición del espíritu. Había que iluminar lo desconocido, señalar el pájaro raro y aprender su nombre. El mundo estaba incompleto y sólo la fe en la palabra podía completarlo. Había que vivir con la certidumbre de que cada nombre nuevo, cada explicación recibida y cada definición aprendida eran las correctas.” Nacemos con una mente dispuesta a absorber todo lo que nos rodea. Tanto lo bueno como lo malo. Tanto la mentira como la verdad. Tanto la violencia como la paz.

La educación estética, artística, cultural o como se le quiera llamar, es la clave.

Roberto Salomón, El Faro, publicado el 3 de noviembre de 2014


* La fotografía es de Mauro Arias. Es la misma que se utilizó para ilustrar la entrevista de El Faro a Roberto Salomón.

"Ángel de la guarda" brilló en Argentina

Esta es una reproducción del artículo aparecido en El Diario de Hoy tras el regreso de la obra Ángel de la Guarda, después de una gira en Argentina en agosto de 2014.


La actriz Naara Salomón realiza un papel majestuoso
al interpretar a todos los personajes de la obra:
Angélica (niña víctima de abuso), el Ángel de la Guarda, entre otros.
Foto EDH/ Archivo.

La obra, escrita y dirigida por salvadoreños, también se presentará en Honduras.

Sara Castro

Jorge Ávalos, poeta y dramaturgo salvadoreño, escribió hace más de ocho años el guión de la obra de teatro Ángel de la Guarda. La obra ha ido tomando fuerza en términos de reconocimiento, como él lo expone. Tanto así que el pasado agosto fue exhibida en el Festival Latinoamericano de Teatro, en Buenos Aires, Argentina.

"La escogieron para inaugurar el festival y también para cerrarlo", afirmó Ávalos. La dimensión de traspasar fronteras a través del teatro y mostrar la calidad artística nacida en el país no fue tomada en cuenta por el autor de la obra teatral y, entre risas, aseguró que en términos de dramaturgia es un punto significativo para el teatro salvadoreño.

"Ángel de la Guarda" se presentó en el Teatro Nacional Cervantes, en la capital Argentina. Hizo una parada en Banfield, al sur del Gran Buenos Aires, y luego viajó hasta las provincias de Salta y Salvador de Jujuy, al norte de Argentina.

Roberto Salomón, director de la obra, explicó que fueron invitados por el director del Teatro Nacional Cervantes, Rubén Escorrea, con quien entablaron una amistad en la década de los 70. Escorrea visitó El Salvador hace dos años y preguntó si tenían una obra de formato pequeño para poder llevarla al festival latinoamericano.

Salomón, sin dudar, escogió Ángel de la Guarda por ser de un autor salvadoreño y porque el elenco está conformado por una sola actriz: Naara Salomón. De esta forma los gastos se reducen.

"Fuimos recibidos maravillosamente", aseveró el director artístico del Teatro Luis Poma. De acuerdo con Salomón, los espectáculos en el país suramericano sobrepasan los 900, pero lo que más les impactó fue "la calidad de escucha y de diálogo que tiene el público argentino".

Para Ávalos, la obra está inspirada "de alguna manera en Katya Miranda, pero no es sobre ella. Es sobre el abuso de un menor de edad y el tema: la victimización y cómo, realmente, eso golpea al alma humana, sobre todo a una persona que no tienen ningún poder, como lo son los niños".

El autor confió su texto a Salomón, aduciéndole propuestas escénicas muy limpias. Desde el 2006, año en que fue llevada a las tablas, el sicodrama de la vida de Angélica ha recibido elogios y ahora "inicia su carrera internacional", como externó Salomón. El próximo octubre la obra se exhibirá en Honduras.

"Jorge Ávalos no solo ha escrito una obra dramática sino que, además, es poética", afirmó Salomón.


Castro, Sara. Ángel de la Guarda brilló en Argentina. El Diario de Hoy, San Salvador, 17 de septiembre, 2014.